Después de una tarde lluviosa, el cielo sigue cubierto por unas enormes nuves que se confunden en el horizonte con el mar. En la playa, la arena está mojada y se ven unas huellas solitarias que la cruzan.
Una gaviota solitaria se ha posado en una roca del acantidalo, hace viento y bastante frío. Parece que quiera tomarse un descanso ante las inclemencias del tiempo.
Los tonos rojizos del acantilado contrastan con el verde y el azul grisáceo del mar Cantábrico. Es un lugar que merece la pena ser fotografiado.
Las olas parecen querer invadir la playa dibujada en el interior del acantilado. Si tuviera que escoger un color para Santander escogería el verde, porque siempre está presente, incluso en la playa.